Por toda la ciudad existen filas de árboles ornamentales que por estas fechas germinan pequeñas florecitas amarillas, que al ser tan numerosas convierten lo que tocan en un manto dorado.
Pero la magia se rompe al ir acompañadas de un néctar muy pegajoso, conviertiéndose en la pesadilla de los barrenderos y de los desdichados conductores que aparcan sus vehículos justo debajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario